miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ser como soy... es rico así como está

Estaba en mi penúltimo fin de semana libre (cuento los días para el 31 de diciembre) acostada, tranquila, desnuda, en mi posición favorita con mi mujer: yo a su lado y ella abrazandome por la espalda, y en ese momento sentí tanta paz, tanta tranquilidad, tanto gozo, nunca, creo, me había sentido como esa vez. Me convencí tanto de aquel sentimiento que le dije a mi gorda: "Amor, esto no puede ser malo", y apreté más el abrazo. Mi pechocha (tan bella) no es mujer de palabras, pero solo me dijo que esos eran los momentos que más disfrutaba y que me amaba mucho. Ha sido uno de los momentos más lindos de mi vida. Escribo esto porque he salido del closet con mucha gente en el trabajo y una pensaría que los médicos serían más tolerantes porque tratan con todo tipo de personas, pero lastimosamente no es así. No he sufrido maltratos ni nada de eso, pero es siempre la constante de "es que nunca has tenido novio", "nunca te ha besado un hombre". Yo me siento feliz con el hecho de sentirme una gold star (para más referencias, remitanse a la segunda temporada de The L word) y son comentarios que para nada cambian el hecho de que me quede mirando como estúpida un video de Beyoncé o que me emocione cuando Xena le dice a Gabrielle que la ama (¡Qué momentos aquellos!). Me gustan las mujeres, y eso lo sé desde hace mucho, creo que desde que todo el mundo lo sabe me siento más libre, más enérgica (en el sentido de esforzarme tanto por ocultarlo) y, de hecho, ahora me encanta dejar a la gente rascándose la cabeza cuando les digo que no tengo novio, pero que voy a verme con mi amor. Adoro incomodar a la gente. Me encanta ser como soy, no quiero cambiar nada de mí (excepto las libras de más) y esa es una manera saludable de vivir mi día, pensando en que no tengo que sobrevivir, sino que vivir a plenitud cada momento que me da la vida.

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